Invertir en el sector inmobiliario se ha vuelto cada vez más desafiante para la población, especialmente para los jóvenes. Después de la burbuja inmobiliaria, hoy en día los bancos financian, en promedio, el 80% del valor de tasación de una propiedad. Esto significa que, para adquirir una vivienda, es necesario contar con ahorros suficientes para cubrir el 20% restante, sin olvidar los gastos e impuestos asociados a la compra.
Teniendo en cuenta esta realidad, la adquisición de una vivienda implica años de ahorro para cubrir esa cantidad restante de la hipoteca. Sin embargo, existen alternativas al modelo tradicional de compra y préstamo hipotecario que permiten acceder a una vivienda de manera diferente y que te explicamos en Orbiam Puig Immobiliària.
Una de las opciones más conocidas es el alquiler con opción a compra. Esta modalidad es ideal para quienes no pueden afrontar una hipoteca debido a su elevado costo. Consiste en alquilar una propiedad con la posibilidad de comprarla después de un tiempo determinado. Durante ese período, el inquilino paga un alquiler mensual y, si decide adquirir la propiedad, el monto abonado en concepto de alquiler se descuenta del precio final de la vivienda. Esto facilita la acumulación de ahorros mientras se vive en el inmueble, reduciendo el pago final al momento de la compra.
Otra alternativa es la hipoteca puente, que es útil para quienes ya tienen una hipoteca vigente y desean evitar la carga de dos préstamos simultáneos. Esta opción permite financiar la compra de una nueva vivienda y combinarla temporalmente con la deuda de la propiedad anterior. El préstamo de la nueva vivienda se cancela una vez se venda la propiedad anterior, generalmente en un plazo de entre 6 meses y 5 años.
También existe la posibilidad de adquirir una vivienda directamente a un banco. Debido a las propiedades acumuladas tras la crisis financiera de 2008, muchas entidades bancarias ofrecen viviendas a precios reducidos y condiciones favorables, como hipotecas que financian más del 80% del valor de la propiedad.
Por último, en caso de no contar con ahorros suficientes, se puede recurrir a un avalista, quien se hace responsable de la deuda en caso de impago. Alternativamente, se puede solicitar un préstamo personal, aunque esta opción acarrea riesgos, ya que el comprador debe garantizar que podrá pagar tanto la hipoteca como el préstamo al mismo tiempo.